sexta-feira, 21 de julho de 2017

[Resenha] El matrimonio del Inca Huáscar: La fiesta más rica de la historia, por Adrián Ilave


Siempre me pregunté: ¿Cómo habrán sido los matrimonios en la época inca? Entonces, en mi afán de investigar y por el espíritu curioso que tengo sobre la historia del Perú, me puse a leer a Fray Martín de Murúa, un cronista mercedario que vivió en el Virreinato peruano entre el S.XVI y XVII y que se dedicó a evangelizar “a los miserables de poca fe" (siempre me río por la forma en que hablaban los evangelizadores de esos tiempos) y que fue amigo de época del gran Huamán Poma, porque al parecer nuestro cronista indígena era su dibujante (en las crónicas del fray se ve la mano artística de Huamán) y pues como nuestros khipus y sus intérpretes fueron exterminados y tampoco se preocuparon por pasar a papel el significado de los nudos, me ayudo de la crónicas. Huáscar fue coronado con la borla imperial y pues según lo que leí de Murúa, el Inca era un joven con poder y sin límites: derrochador, loco, autoritario y engreído, pero también tenía un afán interesante de modernizar la ideología inca en su época, sobre todo cuando quiso reformar el sistema de panacas (familias reales) que estaban prácticamente privatizando el imperio mediante latifundios y que no estaban dejando tierras al Estado. Atahuallpa y gran parte de familias nobles tradicionales estaban en contra de los nuevos pensamientos de Huáscar (ahora saben por qué lo mataron) Entonces podríamos decir que dentro de su tiranía, era un rebelde que iba en contra del sistema clásico, lo cual me parece super cool para una historia que siempre nos pinta a nuestros incas como “seres divinos, perfectos y que se llevaban bien con todos”. Según el fray, Huáscar realizó la fiesta más rica y espectacular que pudo haberse contado en la historia universal. Luego que su papá Huayna Cápac se fuera al otro mundo a encontrarse con el Sol, tuvo que buscar a su prometida principal, la nueva coya (la nueva reina) y que obviamente tenía que ser una mujer de sangre noble y con muchas riquezas para que juntos aumenten el poder de la nueva panaca. Pero no fue fácil. La joven se llamaba Chuqui Huipa y era su hermana (normal casarse entre hermanos incas, no juzguen), pero su mamá se opuso al pedido de mano, porque sabía que el inca era un tirano de primera y probablemente por sus ideologías reformistas. Como Huáscar no aceptaba un "no" como respuesta, optó por darle de su lado: ofreciendo riquezas y ofrendas a las momias de la familia de Chuqui Huipa y a la mamá, cosa que al parecer quedó sorprendida y accedió al pedido del Inca rápidamente.

Que empiece la juerga:
Aceptada la petición, Huáscar pidió a sus organizadores comenzar con los preparativos de la boda: primero que todo el mes antes del matri la ciudad del Cusco quedase totalmente iluminada desde las torres más altas y que hubiera música sin parar por las calles. Todo fue cumplido al pie de la letra, nos cuenta el fray. Se cubrieron de oro y plata las casas de las momias de su abuelo Túpac Yupanqui y de su papá Huayna Cápac. Las torres de los palacios fueron tapizadas con los mejores tejidos de cumbi (que era un tejido fino de vicuña) Lo mismo replicaron en su casa y en la de su futura esposa. Llegó el día del matri. Huáscar salió en andas con todo su séquito por las calles del Cusco, con la imagen de oro del Sol del Qorikancha y la del rayo de plata, las momias de su papá y abuelo y así, con toda su corte se fueron a buscar a Chuqui Huipa. Dicen que cuando la fue a recoger y salieron los dos con sus poderosas y ostentosas cortes a realizar el recorrido solemne por las calles del Cusco, la gente había tapizado las calles con polvo de oro y plata, chaquiras de spondylus y plumas de aves selváticas para que no pisaran el suelo firme los nuevos Hijos del Sol. Esta fiesta duró un mes, porque los invitados no paraban de llegar ya que venían de los cuatro estados, desde la actual Colombia hasta Chile. Huáscar tenía sorpresas para los invitados. Había mandado hacer todo tipo de frutas, verduras, pájaros, platos, vasos, decoración y hasta madera para leña fabricados todo en oro y plata y realizaban banquetes repartiéndolos a los invitados como si fueran para comer de verdad. Trajeron aves y especies exóticas (osos, jaguares, monos, venados, vicuñas, vizcachas, llamas, alpacas, etc.) también vestidos y adornados al estilo inca. En lo que respecta a la comida, la elite inca acostumbraba siempre a sorprender a los invitados con platos nuevos, hechos con verduras, frutas, ají, sal y animales exóticos. 

Asimismo, la chicha fue abundante y la borrachera fue excesiva sin ni siquiera el Inca poner límites. Se dice que la gente se llevaba los adornos de oro y plata de las calles y lugares de fiestas y que el inca no se opuso a dicho exceso. Según Murúa, “ningún señor ni príncipe en el mundo, porque aunque en invenciones, majestad y aparatohaya habido muchas que le han excedido, ninguna de tanta abundancia de oro ni infinidad de plata que como si fueran manjares comestibles se ofrecieron a los convidados” y nos dice entre líneas “cosa nunca hasta entonces vista en fiestas ni casamientos de ningún monarca del mundo desde el primer hombre”

Fuentes: Historia General del Perú, Fray Martín de Murúa.

Adrián Ilave é artista e historiador dedicado a promover a cultura pre-hispânica do Peru atraves das artes plasticas em geral, do design de interiores e da historia na America Latina.


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