Andrea Cabel
A dónde volver
México, Paroxismo,
2016
84 págs.
Andrea Cabel (Lima, 1982) se dio a conocer en la
poesía hace más de una década (Las falsas
actitudes del agua, 2006), pero su voz había permanecido en silencio largos
años hasta llegar a la madurez poética que supone A dónde volver (2016), una suerte de poemas reunidos que son una
unidad de obra compuesta por lo que hubo antes, lo que ha habido mientras y lo
que se apunta hasta lo próximo.
Del mismo modo que en este lado del Atlántico existen
nuevos nombres (Luna Miguel, Laura Rosal, Carmen Crespo, Alicia Reina…) que
empiezan a convivir estéticamente y con normalidad con voces de largo alcance y
público fiel (Ana Merino, Yolanda Castaño, Vanesa Pérez-Sahuquillo, Ana Gorría,
Estelle Talavera…) en una mezcla de voces que la periodista Marta Semitiel ha
sabido estudiar con precisión y capacidad crítica, más allá del Océano que
separa el mundo hispánico hace precisamente más de una década que el fenómeno se
daba en idéntica proporción. De tal suerte que hace ahora diez años leí por vez
primera a Andrea Cabel, a la que conocí en Madrid y en interminables llamadas
telefónicas (Madrid-Lima) que, de haber sido grabadas, habrían dado para un
libro de lo que fue de nosotros y de las letras cuando éramos jóvenes.
Andrea es el verbalismo directo, la ruptura del
poemario convencional para experimentar la forma, el fondo y la edición (¿Cómo César
Vallejo?); es el decir de una forma que no se decía en el Perú desde el
‘realismo mágico’ o ‘boom’; Andrea es el caligrama, el paratexto, la fuerza
narrativa llevada a la poesía; Andrea es la pasión de sus temas personales
expuestos en carne viva al público-lector: el amor, el desamor, la desazón, la
desolación, la pasión…; Andrea es el verso en prosa y la prosa en verso: es lo que dice y cómo lo dice.
Me acerco ahora a este nuevo poemario que me
sorprendió hace quince días y asisto a la máxima expresión de la autora, a la
madurez de un proceso creador que nunca había parado. Bien es cierto que me
paro detenidamente en el apartado que da título al conjunto, A dónde volver, con poemas como
“Volver”, “once”, “habitación 309”, “patafísica”… y siento que he vuelto sobre
los orígenes de la poeta, de las aquellas conversaciones sobre letras hechas
poesía.
El poema que lleva por título ‘Howard in Waterworks’
resume la esencia poética de Andrea Cabel; no sólo la poeta que fue hace diez
años, sino las inercias continuadas en su estilo, con la profundidad de la
observación y de la palabra escogida con tiento y precisión. En este inédito
(págs. 76-77), lo cotidiano se convierte en materia poética: el estilo directo
(“vendí por ejemplo, nuestras conexiones a distancia”), el verbalismo directo
presiden la composición (“entre la lluvia y la muerte he vendido nuestras
cosas”). El poema, cuya impronta es una inteligente y elegante ruptura del
poema y poemario tradicionales, mantiene una vanguardista ruptura con la
puntuación tradicional, a la que quizás contribuye el encabalgamiento abrupto
que supone todo el conjunto. Ese subjetivismo cotidiano (en el decir, en el nombrar y, sobre todo, en el cómo
decir) acercan la palabra, la introspección de la poeta al lector:
probablemente un hecho cotidiano (¿una ruptura?) se convierte aquí en una
fórmula para nombrar, para componer este inédito que señala que “comienzo a
morder la distancia de esta palabra suspendida”. Es cierto que me detengo en
este poema, pero todo el libro, una gran agrupación de poemas vitales,
vitalistas y ejemplificadores de la poesía de Cabel, viene a responder, además,
a una poesía urbana, inteligente y cuidada.
A veces resulta complejo elegir qué voces o qué
narradores de Hispanoamérica escoger, entre esa enorme proporción de escritores
y poetas que, junto con nosotros, conforman la Literatura de 550 millones de
hablantes. Hoy no puedo dejar de pararme y recomendar a Andrea Cabel y su A dónde volver. Simplemente, volver al
poema.
Autor: Francisco José Peña Rodríguez (Universidad Autónoma de Madrid)
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